Cuando Eva Valero (Barcelona,1995) se encierra a grabar música se convierte en Cabiria, una voz única a medio camino entre el italo-disco, el dreampop anglosajón, la canción melódica española, el city pop japonés y un capítulo de Tim and Eric. Sus inquietudes la han llevado a explorar el mundo de los sintetizadores y las cajas de ritmos, con los que consigue crear una atmósfera íntima para bailar y llorar desde tu propio cuarto.
Si cuando hacía bedroom pop dreamy hubo quienes invalidaron la primera plasmación de Cabiria por la naturaleza humorística de sus letras, si esos mismos críticos anulaban la propuesta entera de Eva pese a admitir que la música era excelente, qué infarto no le podrá dar a la facción más conservadora del italodisco: un género que vive aislado en un instante eterno, con unos clichés y tropos que son anclajes intransgredibles, tiene unos seguidores que en realidad son escoltas de la pureza italo. Y esta escolta validará de primeras Si Pudieran Hablar, puede que incluso admitiendo que es temazo y salvaguarda la pureza italo con los redobles de bombo, las pausas en momentos clave, las notas elevadas de teclado y la estructura y desarrollo. Pero la transgresión de Eva no quedará impune si se abre una Comisión de Investigación: de forma sibilina (dirá el Tribunal) hizo alusiones políticas, introdujo anacronismos del todo prohibidos dentro de la línea temporal italo (en la que no existe el progreso, el tiempo se detuvo en 1987 y no hay Tik Tok), especuló con vasos que pudieran hablan (a lo película de Disney) y, lo más grave, se encerró en un baño para renegar de los tres santos pilares de la Iglesia Italo: el ligoteo etílico, la charla intrascendente y la droga.
Y es que si una cosa define lo de Cabiria es mimetizar géneros para sacar canciones con naturaleza dual: son himnos del género mimetizado y a la vez una clara transgresión del mismo.
Portada: Beatriz Lobo
Mezcla: Sergio Svper