El Instituto Mexicano del Sonido trae antojo de quesadillas, de gorditas y, por supuesto, de chicharrón. Camilo Lara y su proyecto se ha caracterizado por el encumbramiento de lo mexicano, por el retomar el pasado y trasladarlo al futuro. Es especialista en abrir las puertas a lo que habita en la calle, en los recuerdos, en una memoria colectiva que hace posible que México, como lo conocemos, exista. Y, por supuesto, si pensamos en México, es imposible dejar fuera la comida.
En un instante, como cuando le das el primer trago al Boing helado en una taquería, o cuando empieza a oler el pozole cocinándose en la olla, “Dios” te deja un buen sabor de boca. “Lo más cercano a Dios es una gordita”, dice Camilo Lara y la verdad es que hay poco para objetar. Con ritmos que nos remontan a lugares particulares, a experiencias en fiestas familiares cuando te puedes adueñar de la pista y sacas a relucir tus mejores pasos. Por ahí dicen que los géneros musicales han muerto, lo cierto es que han evolucionado. El IMS es un género en sí mismo en donde se entremezclan cumbias, sonidos que parecieran alarmas o secuencias digitales por igual. Si alguien no conociera al proyecto de Camilo Lara, “Dios” es una excelente carta de presentación.
Tradición para la modernidad. La vigencia de una ciudad que ya no existe pero vive en las fotografías mentales. DF es la carta de amor de Camilo a su ciudad. Un trabajo que presentará colaboraciones con Dan The Automator de Gorillaz o Graham Coxon de Blur, además de Sergio Mendoza, Duckwrth, BIA, Cuco, Banda Misteriosa y La Perlade Colombia. Un ejercicio musical que funciona como la receta perfecta para un disco que seguro estará entre los favoritos de muchos.