Por aclamación popular, y para hacer boca mientras esperamos a que las calles de Madrid extingan su fuego de Agosto, Caballo convierte en vinilo esta fascinante estampa costumbrista que es su EP.
Por fuera, una noche cualquiera, en cualquiera de nuestros lugares favoritos; los bares, imaginados por la artista Cristina Viana desde su estudio de Évora en el Alentejo Portugués.
Por dentro, y al que fuera su primer single adelanto «Alfama», se añaden otros 3 temas, «1974-1982», «La doble AA», y «El calambre, me acuerdo», todos ellos definidos como canciones de fiesta mayor, de mini en alto en una mano y el otro brazo libre para abrazar a los amigos.
¿Te imaginas que alguien usa tus datos en Spotify de una forma útil? ¿Que un algoritmo, en lugar de recomendarte mierdas que no necesitas que te recomienden, cruza tus millones de escuchas de Triángulo y Las Ruedas con las grabaciones que existen de ti berreando canciones de Tarántula por la calle a las 4 de la mañana volviendo a casa? ¿Que de todo eso, en vez de trazar un perfil para el Ministerio del Interior como sospechoso de «romanticismo etílico», una IA crease una banda, nuevas canciones? Pues eso mismo es Caballo. Himnos para la alegría triste. Temazos para celebrar la tristeza alegre.
Cuatro cortes grabados en mayo 2019 en el Observatorio Musical, producidos por David Rodríguez (La Estrella de David), y que han contado con la colaboración de Rafa Ruiz y Andrea Gasca (Andrea Buenavista, Bar España).
Canciones que suenan a punk nacional de los 80, a indie de los 90, y a casete de gasolinera. Canciones que no suenan a nada y suenan a todo.
Una personal voz y cuidadas letras, guitarras distorsionadas y ardorosos teclados, hacen de Caballo Prieto Azabache, el conjunto musical más cruzado del momento.