“La misión del copiloto es rular uno tras otro”. El título del 13º álbum en la carrera del provecto Julio Bustamante surgió durante un paseo en coche con su hijo, que le iba “rulando” los cigarros. Más allá de una anécdota divertida, ‘La misión del copiloto’ esconde “la necesidad de luchar juntos”. Un elepé ecléctico –a este venerable señor nunca le ha gustado pensar en discos, ya que su atención se centra en las canciones– que pasa de ‘La doble’ (un poema de Sam Shepard) y ‘El cel de les cançons’ (El cielo de las canciones), temas que abren y cierran el disco, a ‘Iratxi’ (cantada a dúo con Nacho Vegas), recorriendo mientras tanto diez canciones escritas, mes a mes, a su joven amante. “No quiero mencionar cuántos años nos llevábamos, me da demasiada vergüenza”, cuenta Bustamante. “Fue algo que ella me pidió, e incluso la relación se dio por ella. Fue ella la que tiró de mí. Es una buena amiga”. Circunstancia que hace que este disco del llamado “artista de culto” valenciano sea el más redondo de su carrera. O, mejor dicho, el más planteado como un disco en sí mismo y no como una recopilación de canciones.