Nicomáquea es una aproximación al lado más contemplativo de Cabiria, en el que se exploran conceptos como “El Bien” y “El Mal”, las virtudes, los hábitos y el azar desde una producción y una lírica lúdica y personal. En Nicomáquea busca y explora la fuente de sus inquietudes y sus pasiones a través de pequeños relatos musicales que nos llevan a universos sonoros dispares, desde el italo-disco más recreativo a un synth-pop medieval con spoken-word. Ya disponible en todas las plataformas.
¿Qué pasos cabía dar para una creadora del calibre de Cabiria tras el sobresaliente “Ciudad de las dos lunas”? ¿Hacia dónde podía llevarse ese torrente de talento pop, de brillo sintético, de amor por los sonidos del Italo-disco y del synth pop ochentero? Nicomáquea es la respuesta, certera e irreprochable, a esas cuestiones. Podría decirse, perezosamente, que Eva Valero muestra un lado algo más contemplativo pero sería ignorar el tremendo potencial pop de unas canciones tan pegadizas como complejas, llenas de sutilezas, tratadas con el mimo de una producción superlativa. Las canciones lanzan guiños al HI-NRG o al primer electro. En medio de un revival disco-pop con tendencia al ejercicio de estilo, Cabiria da un recital de cómo incoporar influencias retro sin perder la conexión con el presente ni el poder de conectar con los sentimientos del oyente. Por si fuera poco aparecen como invitados en el EP dos amigos de postín: Marcelo Criminal, con quien comparte el delirio vocoderizado de “Museo Chinsekikan”, y Joe Crepúsculo, que da profundidad a la emotivísima “Ave del Paraíso”. Nicomáquea nos da cuatro canciones que entran como un cuchillo en la mantequilla y no dejan de ganar con cada escucha. Esperemos que Sally Shapiro y Jessie Ware estén tomando buena nota en sus casas, porque Cabiria hace tiempo que juega ya en esa liga, y con Nicomáquea da un paso adelante más.
Santi La Barca