Combinando elementos del bedroom pop, el indie y el jazz, nace “from”, el proyecto en solitario del artista Fernando Romero (Oviedo, 2001), de 18 años. Sus canciones recuerdan a Homeshake, Mac Demarco, Good Morning o King Krule.
El pop español ha sido históricamente pródigo en artistas de gran precocidad, que rompían los moldes de una industria que tiene la juventud como salvia de la que se alimenta. Desde Fernando Arbex y Juan Pardo en Los Brincos, hasta casos recientes como el de Sen Senra, pasando por la insultante juventud de los Alaska, Berlanga y Canut de Kaka Deluxe o de Bernardo Bonezzi en Los Zombies, los grandes giros argumentales de hacia dónde se dirige el pop español los han dado chavales que apenas habían dejado el instituto, si es que no seguían en él.
El caso de From (proyecto unipersonal de Fernando Romero, compositor y ejecutor de la práctica totalidad de lo que escuchamos en este álbum) es paradigmático de cómo los jóvenes son los que marcan los ritmos. Por una parte su disco está lleno del descaro del bedroom pop, de la inmediatez de la cultura do it yourself. Está grabado con micrófonos de 50 euros, con una batería en la que la caja se apoya en una papelera, guitarras baratas de segunda mano y plugins pirateados. Como toda su generación, se ha educado en la falta de expectativas y los tutoriales de Youtube, en el hacer música de dormitorio porque no se concibe siquiera otra forma de crear (los estudios de grabación suenan a ciencia ficción). Pero sería un error emparentarlo con cualquier mediocridad lofi aquí hay devoción por el rock añejo, por el funk y por el jazz, por hacer canciones de una musicalidad apabullante y con un virtuosismo impropio de la edad, pero sin perder la frescura de quien tiene talento para la melodía pop.
Si ya en su debut (llamado Romero I, autoeditado a los 17 años) apuntaba maneras como un Mac DeMarco obsesionado con las armonías perfectas y con los Beatles del Abbey Road, aquí Fernando da un salto de gigante tanto en lo lírico como en lo musical. Abandona la tierna pero poco productiva tendencia a escribir en inglés para adaptarse al castellano, y lo hace en una suerte de diario del paso adolescencia a la juventud, poco pretencioso y fresco. Y si algo resulta fascinante del disco es cómo funciona como un resumen perfecto de la falta de prejuicios de la generación Z: tan pronto enlaza con referentes generacionales como Homeshake (en “es tarde (has perdido el tren)” y, en general, a lo largo de todo el disco se nota la influencia de Peter Sagar), King Krule o Good Morning como te topas con el swing inesperado de “cada vez más” (con la colaboración batería de Rubén García) o la emocionante viola de Inés Vilanova dando un toque clásico y emocionante a “sol (qué voy a hacer)”. Hay hits a lo DeMarco (“volver a empezar”) pero también se zambulle en lo progresivo, con momentos que casi citan a referencias tan poco habituales en su generación como Pink Floyd o Radiohead. Hay inmediatez y profundidad. Es un disco que pica de dos mundos, del indie pop luminoso y el del jazz-rock de los primeros 70: Imagínense a Return to Forever de banda de acompañamiento de Sen Senra. Lo mejor de antes y lo mejor de ahora, todo en uno.
Texto por Santi (Autoescuela)